Es lo que se siente, se ve, se oye, atravesando estas importantes vías de la capital, las que están hechas jirones, llenas de huecos, las losas destrozadas y de paso, los articulados también cada vez más.
Como se dice popularmente, ya parecen cajas de cubiertos, se están desbaratando sin misericordia, todo se les está cayendo a pedazos, como el vidrio que les mostré en otra publicación anterior.
Es inconcebible, aunque este es el país de lo concebible (para bien y para mal), que estos buses cuyo peso para los articulados sencillos es de 32.5 y el de los biarticulados de unas 40 y media toneladas, ambos con pasajeros a bordo, deban ir por estas trochas a una velocidad promedio de 50 km/h, eso cuando las vías están despejadas de otros articulados. Velocidad a la cual deben ir para poder cumplir con sus itinerarios, pues en teoría están controlados por satélite, sin embargo, con el pasar de los años, parece que esta tecnología se ha dejado atrás pero no los estándares de velocidad.
Parece que en este país nada de lo público se puede hacer con decencia, con un mínimo de sentido común, bien hecho, como debe ser, tanto que este servicio ni es público, porque sus operadores son privados, aunque el mantenimiento de las vías lo deba hacer un ente público. O sea, es un híbrido de mil cabezas mal gestionado por donde se le mire.
Y así, día a día, hueco a hueco, este servicio que ha sido "modelo" en otros países, acá se ha convertido en modelo de desidia, falta de mantenimiento, dejadez, desgreño administrativo.
Gracias por hacernos ver y sentir la ciudad de una forma tan intensa, sentida y crítica para los que estamos lejos de ella! Gracias desde España, Javichu
ResponderEliminarGracias por el comentario. Ojalá que cuando vengas te pueda enseñar todo lo bueno que tenemos pero también una mejor ciudad.
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